Palabras del P. Rector Gilberto Freire, S.J.
Querida comunidad:
“Parece mentira” es el título de un pasillo ecuatoriano. Sí, efectivamente, parece mentira que hoy tengamos esta Eucaristía de despedida de los 20 compañeros “Partenti”.
Siempre que se llega al final de una meta, hay muchos sentimientos, a veces encontrados: para Uds. “Partenti”, está la satisfacción de estar concluyendo sus estudios, su licenciatura, es el cierre de una capítulo en este Colegio, es valorar la vida comunitaria, es haber establecido amistades que durarán para siempre, es haber valorado su Diócesis, su familia, sus feligreses, amistades, su país. Creo que también muchos tendrán la incertidumbre en cuanto a su futura misión, o fuertes desafíos para asumir nuevas responsabilidades.
Ante todo, pienso que es el momento de agradecer profundamente al Señor por tantos dones recibidos, es el momento de agradecer a tantas personas que han colaborado en su Formación Permanente. Es el momento de recoger los frutos de su esfuerzo, lucha, de sus sacrificios; es el momento de sentirse plenamente satisfechos por la respuesta dada.
Querría referirme a tres ideas básicas en esta Eucaristía. Necesariamente debemos hacer una mirada retrospectiva, esto es, recordar las expectativas con las que se prepararon su venida a Roma, al Colegio, a la Universidad; por otro lado es pertinente mirar el presente, los frutos de este período; y en tercer lugar, necesariamente debemos echar nuestra mirada hacia adelante.
- Una mirada retrospectiva.
- Mirando el presente.
- Echando una mirada hacia el futuro.
Una mirada retrospectiva
La primera lectura del libro del Eclesiastés empieza con estas palabras: “Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor”. Y la acción de gracias continúa recordando que siendo joven y hasta la muerte, antes de torcerme, deseé y busqué la sabiduría; reconoce que crecía como racimo que madura y el corazón se gozaba. Caminaba fielmente siguiendo las huellas del Señor, escuchó y alcanzó doctrina copiosa; el yugo le resultó glorioso; por todo esto doy gracias. No apartaré de ella mi rostro. Mi alma saboreó sus frutos y jamás me apartaré del Señor.
Sin duda, antes de emprender el viaje a Roma, tuvieron muchos planes en sus cabezas y sus corazones. Se aprestaban a emprender una camino diverso: otro continente, otra lengua, nuevos compañeros, Tenían una idea del Pontificio Colegio Pio Latino Americano. Y ya en Roma empezaron a vivir una nueva experiencia, a esa novedad se añadió la pandemia del Covid-19 y todo lo que eso supuso: primeramente quizás como inquietud que surgía en China, luego con preocupación porque llegó a Europa y seguidamente con miedo porque Italia fue fuertemente afectada. Pronto tuvimos que empezar a tomar medidas, obligados por los decretos del gobierno y de la Iglesia: uso de la mascarilla, alcohol, distanciamiento. Las Universidades se cerraron, debimos quedarnos dentro de casa, empezaron las clases online. Las noticias nos abrumaban con el número de contagios y de muertos.
La pandemia se extendió por todo el mundo, nuestros países latinoamericanos y del Caribe fueron también fuertemente golpeados, tuvimos familiares, amigos y sacerdotes contagiados y fallecidos; el WhatsApp se hizo imprescindible para comunicarnos con nuestros seres queridos; las reuniones, Eucaristías y acompañamiento lo hicimos por el Zoom y otros medios digitales.
Aquí en el Colegio debimos también elaborar protocolos para cuidarnos y apoyarnos. La respuesta de todos fue valiosa, todos nos apoyamos, nos cuidamos; vivimos dos veces la Semana Santa dentro de casa, las peregrinaciones a Rusia y Tierra Santa fueron suprimidas. En el verano pasado el Colegio permaneció abierto.
Todo esto lo vivimos en el Colegio, todo esto nos formó, nos unió, nos hizo más solidarios, nos vinculó más con nuestras familias, con nuestras diócesis, con nuestras amistades. Ciertamente la experiencia vivida en Roma en este tiempo será un capítulo inolvidable de nuestra vida, que deberemos narrar muchas veces.
Tal como sabemos, llegaron las vacunas, algunos hemos recibido la primera dosis, otros la recibirán en los próximos días, se está convirtiendo en el documento que nos permite viajar. Será, sin duda una buena medida, pero deberemos seguir cuidándonos y no sabemos hasta cuándo.
Una mirada al presente
Queridos sacerdotes, todos ustedes merecen una gran felicitación porque han sido capaces de responder a las dimensiones clásicas de la formación: vida espiritual, académica, comunitaria, crecimiento personal, mínimas experiencias pastorales. Y ustedes, queridos partenti, para la gran mayoría de ustedes que han permanecido dos años, que han sido casi de confinamiento, de pandemia, de clases a distancia, sin duda esta experiencia romana será inolvidable para todos. Están terminando la misión que recibieron de sus señores Obispos, están concluyendo su licenciatura, preparándose para los exámenes finales y pensando en el regreso.
Para quienes han venido para dos años a Roma y al Colegio, casi ha sido un tiempo de pandemia, con todo lo que he mencionado anteriormente. Merecen una sincera felicitación, fueron capaces de afrontar y superar las limitaciones de la pandemia.
Una mirada hacia el futuro
El texto del evangelio de San Marcos que hemos escuchado nos puede ayudar para poner nuestra mirada hacia adelante.
En texto empieza con una frase muy elocuente: “En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén”. Se trata de volver. Ustedes, queridos Partenti volverán a sus Diócesis/Arquidiócesis, regresan con grandes expectativas, sueños, planes, con renovado compromiso, pero también con gran preocupación. ¿Cómo afrontar la pandemia y la post pandemia de nuestra gente? ¿Qué deberán hacer, cómo caminar con la gente más necesitada?
Cuando empiecen a trabajar en sus nuevas misiones, quizás escucharán palabras de sus compañeros sacerdotesy de otra gente: “con qué autoridad haces esto”. Y también tendrán que deliberar, discernir para dar una respuesta.
A mi modo de ver, el discernimiento deberá ser para Uds. el instrumento para actuar, deberán buscar y hallar la voluntad de Dios en circunstancias complejas, difíciles.Deberán mirar las personas, los lugares y las circunstancias.
Hace algunos años, me llamó la atención la letra y la música de la canción “El galardón”, dice así:
“Hoy es día muy grande en tu vida, un momento sagrado y solemne. Otra etapa comienza en tu vida, la más dura, más brava y valiente. Expresar imposible sería lo que pasa dentro, lo que el alma siente. Expresar imposible sería el reír por dentro y el llorar alegre. Un corazón se dio, se da y se dará para siempre y el galardón será al final más allá de la muerte, más allá de la muerte”.
Queridos amigos y hermanos sacerdotes partenti, les espera una etapa más dura, más brava y valiente, como dice la canción, pero diría también, les espera una etapa bella, desafiante. Deberán llevar la Buena Nueva a gente sufrida, golpeada, sin duda, más que nosotros. Deberán ir con la actitud de aprender, acompañar, caminar, soñar y luchar con la gente, deben ir con una actitud de humildad y colaboración con su Obispo, donde haya más necesidad de ustedes como grandes instrumentos de la gracia divina.
Pero queridos sacerdotes Rimanenti, quienes continuaremos aquí el próximo año académico, es también un desafío, porque deberemos continuar con nuestra vida en medio de dificultades, debemos seguir formándonos para vivir un capítulo nuevo del Colegio, de Roma, de la humanidad. Debemos aprovechar al máximo el verano y regresar con renovadas energías para mejorar nuestra vida personal y comunitaria en todas las dimensiones.
Les invito a seguir cultivando el amor a nuestra Madre Santísima, que nuestra patrona, la Virgen de Guadalupe, nos mantenga siempre unidos a su Hijo, que nos haga como su Hijo, Jesús.
P. Gilberto Freire, S.J. Rector
Algunas imágenes de los diversos momentos con los egresados-partenti en su despedida
¡Gracias hermanos sacerdotes, el Pio siempre será su hogar!
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