El 4 de octubre de 2025, la comunidad del Pontificio Colegio Pío Latinoamericano celebró la Eucaristía de San Francisco de Asís y el inicio oficial del año académico 2025-2026. La ceremonia estuvo presidida por el Padre Gilberto Freire, S.J., rector del Colegio, quien invitó a vivir este nuevo ciclo formativo con humildad, sencillez y compromiso, siguiendo el ejemplo de San Francisco.

Durante la homilía, el rector reflexionó sobre las lecturas del día, destacando la importancia de ser instrumentos de paz y de mantener una fe profunda en tiempos de incertidumbre. En su mensaje, contextualizó el comienzo del año académico en dos realidades: la eclesial, marcada por la elección del Papa León y el Año Jubilar 2025, y la mundial, caracterizada por conflictos, crisis ecológicas y migratorias.

El Padre Freire exhortó a los estudiantes a asumir con responsabilidad su misión académica y espiritual, fomentando una comunidad fraterna entre representantes de 15 países, 47 diócesis y tres provincias jesuitas. Concluyó animando a vivir con pasión, discernimiento y servicio, bajo la protección de la Virgen de Guadalupe y las advocaciones marianas de América Latina.

A continuación la homilía íntegra del Padre Gilberto Freire SJ:

Querida comunidad:

Hoy celebramos la Eucaristía de San Francisco de Asís y también la acción de gracias a Dios por el inicio oficial del año académico 2025-2026.

La primera lectura de la carta de San Pablo a los Gal 6, 14-18, se sintetiza en la frase: “llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo” Podríamos afirmar que San Francisco de Asís se identificó con Jesucristo desde la pobreza, desde la cruz, desde el sufrimiento, desde la experiencia de encontrar a Dios en la creación y buscar con todas las fuerzas la paz, el amor, el perdón, la unión, la fe, la verdad, la alegría y la luz. Como muy bien está expresado en su oración:

“Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión. Donde haya duda, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo la Verdad. Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz”.

Evangelio Mt 11, 25-30. “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Jesús da gracias al Padre “porque ha escondido los misterios divinos a los sabios y entendidos, y las ha revelado a la gente sencilla”. Me parece que aquí está una invitación a lo que debemos ser y lo que debemos hacer. Debemos ser humildes, sencillos, así nos revelará Dios sus misterios. Un modelo incuestionable es San Francisco de Asís, fue un hombre humilde y sencillo.

Una sencilla aplicación de este Evangelio al PCPLA podría ser la siguiente: Al iniciar este nuevo año académico estamos concluyendo el mes de inducción para los nuevos, regresando de nuestras actividades de verano: apostolado, visitas, estudio, descanso, para los alumnos antiguos, y también debemos empezar a hablar de los Partenti, es decir quienes empieza su último año en el Pio y en Roma. Podemos afirmar que el Señor nos ha revelado muchas cosas también en estos períodos y quizás nos ha dado más que a los sabios y entendidos. 

¿Cuál es el escenario del inicio del año académico?

Creo que tenemos dos grandes realidades, la una eclesial y la otra mundial. La eclesial: la elección del santo Padre León, el 08 de mayo del presente año y la celebración del año Jubilar 2025, que dio inicio el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa y que concluirá el 06 de enero de 2026 con el cierre de la Puerta Santa.

La realidad mundial: amenaza de la tercera guerra mundial y la aniquilación de la humanidad, la destrucción de la casa común y el aumento de la migración y de la pobreza.

Este año académico debemos vivir en este contexto. Debemos dar una respuesta adecuada.

  • Estamos aquí para vivir con creatividad, valentía, realismo, nuestra vida de sacerdotes estudiantes diocesanos y jesuitas de América Latina. Aquí estamos para poner en práctica nuestro Proyecto Formativo, inspirado en los documentos de la Iglesia.
  • Estamos aquí para especializarnos en la relación con Dios a través de nuestra oración personal, comunitaria, de nuestras celebraciones eucarísticas, de las lecturas, del acompañamiento espiritual, del discernimiento y de nuestras devociones.
  • Estamos aquí para construir una verdadera comunidad. Estamos aquí de 15 países, de 47 Diócesis/Arquidiócesis, de tres provincias jesuíticas. Se trata de una verdadera riqueza. ¿Qué debemos hacer? Tener una actitud recta para ser coherentes con nuestra vocación y con nuestra misión.
  • Tenemos la responsabilidad de crecer en todas las dimensiones personales. Tengamos presente tantas cualidades que Dios nos ha dado, y esas cualidades las debemos poner al servicio de los demás. Pero también tenemos la responsabilidad de eliminar, erradicar nuestros defectos, estamos llamados a ser mejores. Estamos llamados a ser positivos. Lo que limita, impide, obstaculiza la paz interna personal y comunitaria son las actitudes negativas, el pesimismo, el individualismo, la crítica negativa y destructiva, los complejos de superioridad o de inferioridad.
  • Nuestra misión fundamental son los estudios, cada uno deberá responder de la mejor manera. Elaboren su horario, sus espacios de trabajo, de descanso. Hay una realidad innegable: la velocidad con que pasa el tiempo. Pronto estaremos hablando de Adviento, novena del Niño, Navidad, fin de año; ponto estaremos hablando del segundo semestre y del fin del año académico y de la fiesta de los Partenti.
  • Aprovechemos la romanidad, la cercanía con el Santo Padre, con el Vaticano, la riqueza de Roma, de Italia y de Europa.
  • Mantengamos una fuerte relación con los señores Obispos, con sus compañeros sacerdotes, con sus familiares, con sus amistades.
  • En síntesis: estamos llamados a vivir con pasión nuestra alabanza a Dios Padre, nuestra docilidad al Espíritu por el discernimiento y estamos llamados a servir como Jesús.
  • Que nuestra Madre Santísima, nuestra Patrona, la Virgen de Guadalupe y cada una de las advocaciones: de Copacabana (Bolivia), de Chiquinquirá (Colombia), Nuestra Señora de los Ángeles (Costa Rica), de El Quinche (Ecuador), Santa María del Rosario (Guatemala), Nuestra Señora de Suyapa (Honduras), Santa María de la Antigua (Panamá), Nuestra Señora de los Milagros de Caacupe (Paraguay), Nuestra Señora de la Merced (Chile y Perú), Nuestra Señora de la Altagracia (R. Dominicana), Nuestra Señora de la Paz (El Salvador), Nuestra Señora de Coromoto (Venezuela), nos acompañe en el seguimiento de su Hijo y que todo lo hagamos para la mayor gloria de Dios.

P. Gilberto Freire, S.J.

Rector.